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Manejar el estrés

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A medida que nos convertimos en una sociedad más y más tecnológica, la velocidad de los cambios en nuestra forma de vida se acelera, así como la complejidad de los conocimientos necesarios para no perderse en ella. Inventos destinados a “ahorrar tiempo”, como el correo electrónico o los mensajes instantáneos nos han generado por el contrario una avalancha de problemas a los que atender de inmediato, generando un agobio tan grande que no nos ha quedado más remedio que aprender a manejar el estrés. No es extraña la incidencia de la ansiedad y el estrés en la vida cotidiana de los países más desarrollados es cada día más alta. Las exigencias personales y sociales se multiplican y la aparición de factores de estrés también.

Consecuencias del estrés continuado

Como el estrés prolongado tiene efectos muy perjudiciales para la salud física y mental, una cuestión muy importante para los psicólogos ha sido determinar qué estilos utilizan las personas para manejar el estrés y responder a estresores, identificar los más satisfactorios y averiguar los rasgos personales que predisponen a combatirlos eficazmente. De aquí salió el archifamoso término “resiliencia”, que definido de manera más llana sería nuestra capacidad de tirar para adelante en situaciones difíciles con los recursos a nuestra disposición sin hundirnos.

Cómo manejar el estrés

manejar el estrés

Hay muchos estudios sobre como manejar el estrés, el afrontamiento y varias propuestas sobre modelos, como el de Lazarus o el de Moos, pero en general el proceso de encarar un estresor (cualquiera vale, por ejemplo, una ruptura, la pérdida de un empleo, un vecino molesto, las cenas navideñas…) es siempre el mismo: cuando aparece, lo primero que hacemos es decidir si se trata de una amenaza y lo valoramos negativamente, si supone un reto (neutro) o incluso una oportunidad (positivo). Esta decisión depende de muchos factores: la gravedad percibida, la novedad, la complejidad, etcétera. Una vez decidida esta “categoría primaria”, pasamos a examinar qué recursos tenemos a mano; en esta valoración secundaria influye nuestro autoconcepto, creencias favoritas, conocimiento y experiencias pasadas…nuestro diálogo interior se pone en marcha para evaluar si hay probabilidades de superarlo o no.

En función del resultado de esta atribución que hacemos de lo que nos pasa, que como decía Ellis es lo que verdaderamente nos hace sufrir, habrá dos estilos principales de manejar el estrés. Si no nos vemos capacitados para solucionar el problema, adoptaremos estrategias de evitación, mientras que, si juzgamos que contamos con capacidad suficiente, optaremos por el afrontamiento.

Reducir el estrés mediante la Evitación

evitaciónLas estrategias de evitación nos preservan del sufrimiento alejándonos de varias maneras de la fuente de estrés. Lo cual nos puede dar un respiro y nos ayuda a reducir el estrés, pero tiene el inconveniente de que el estresor sigue ahí tan campante mientras cedemos la iniciativa al mundo exterior, con lo que quedamos expuestos a los elementos. Si la situación que nos encontramos va más allá de nuestras posibilidades de intervención, no tendremos más remedio que optar por alguna de estas estrategias. Nuestras opciones en estos casos están destinadas por tanto no a la eliminación del problema, sino al manejo de la incomodidad que sentimos. Moos identifica cuatro estrategias de evitación distintas en función de los recursos cognitivos o emocionales que ponemos en marcha:

Evitación cognitiva

O, dicho de otra manera, no pensar en el asunto. Intentamos olvidarlo y ya se pasará solo. No hace falta decir que es uno de los más socorridos, aunque su efectividad sea baja. Y tampoco es tan fácil de conseguir, sobre todo si el problema tiene fecha límite. En parejas que no acaban de funcionar bien es muy habitual hacer caso omiso de los problemas de relación hasta que el elefante en la habitación es demasiado grande.

Aceptación o resignación

Que consiste en decidir que no depende de nosotros y no podemos hacer nada con ello. Es una postura muy ambivalente: ¿realmente hemos revisado todas las opciones a nuestro alcance o nos hemos rendido demasiado pronto? Si llegamos a una conclusión realista de que efectivamente no se puede resolver, la aceptación nos llevará a una tranquilidad estoica, pero una mala valoración de nuestra capacidad nos puede llevar a la desesperanza ante situaciones manejables en el fondo.

Búsqueda de recompensas alternativas

Escogemos eludir la cuestión realizando otras actividades que nos resulten placenteras. Hay una amplia gama, desde salir a correr, apuntarnos a cursos o trabajar hasta muy tarde con el objetivo inconfesado de no pasar por casa, hasta algunas actividades más peligrosas como comer en exceso, darnos a la bebida, al juego o al exceso de dulces. Las adicciones suelen derivarse de este estilo llevado a su extremo. En el otro lado del eje, realizar alguna actividad que nos guste puede ayudarnos a sobrellevar una situación que nos supera.

Descarga emocional

Universalmente conocida, no necesita mayor explicación: aquí elegimos enfadarnos, llorar, desahogarnos emocionalmente dando rienda suelta a todo ese malestar que la situación nos provoca.

Combatir el estrés con el Afrontamiento

Sin duda los estilos más interesantes, puesto que son los que nos ayudarán a resolver el problema, siempre que sea posible. Idealmente los psicólogos tratamos de ayudar a las personas a que transiten desde la evitación hasta el afrontamiento, si se trata de una posibilidad realista, a la hora de combatir el estrés.

afrontamientoLa primera estrategia que Moos identifica es el análisis lógico. La persona dedica sus recursos cognitivos a analizar el problema con el fin de encontrar alguna solución válida. El riesgo del análisis lógico es permanecer estancado en él demasiado tiempo, por lo que se convierte en una rumiación continua. El campo de cultivo ideal de las ideas obsesivas, además de resultar agotador para la persona.

La reevaluación positiva la usamos muchísimo en terapia para reformular la situación desde otro punto de vista en el que la persona sale ganando algo al afrontarla. Sería el proceso de determinar si eso que consideramos una amenaza inicialmente no se puede convertir en reto u oportunidad. Quizá hemos pasado algo por alto…

Nos puede dar también por la búsqueda de guía y soporte, llamando a todos nuestros aliados a la lucha. Comentar la cuestión con familiares o amigos, buscar apoyo material o psicológico, la ayuda que consideremos más adecuada. Ya sea el terapeuta, el sacerdote, los servicios sociales…cualquiera que juzguemos que nos pueda aportar algo valioso. Nuestra red de apoyo externa va a jugar un papel muy importante a la hora de combatir el estrés que sufrimos.

La última es, por descontado, la estrategia de resolución de problemas; poner en marcha las soluciones que hemos pensado y dar los pasos encaminados a cerrar ese asunto que nos preocupa. Hemos de ser cuidadosos en este aspecto con el ajuste de expectativas y ser suficientemente flexibles para ir adaptando nuestra solución a los posibles cambios que puedan darse.

Disminuir el estrés y mejorar tus estrategias personales

Cada uno de nosotros tiende más a utilizar unas que otras, en función de nuestra personalidad, aunque lo normal es emplear una combinación de varias de ellas para disminuir el estrés. Podemos optar por solucionar el problema y a la vez poner en marcha estrategias de desahogo emocional, aunque solemos tender a inclinarnos por un grupo u otro según lleguemos a la conclusión de que la cosa nos viene grande o no. Si somos de aquellos que creen que de fuera sólo llueven desgracias y que no podemos hacer nada para evitarlo, estamos colocando el lugar (o locus) de control de nuestra existencia fuera y nos podemos ver abocados a la desesperanza – un pasito corto desde ahí nos puede llevar a la depresión -. Sentirse el responsable de todas las peripecias negativas de mi vida me conduce a la hiperresponsabilidad, el autoconcepto negativo y posiblemente a una fuerte ansiedad por no poder controlarlo todo (locus de control interno).

Por el contrario, aquellos que creen que las cosas no siempre van mal, sino que también pueden mejorar, que confían en sus propias capacidades y que en caso de encontrarse ante un bloqueo insuperable pueden aceptarlo y continuar con su vida sin venirse abajo, tienen buenas probabilidades de manejar el estrés y combatirlo con éxito. ¿Con qué estilos te identificas más? Si hay alguno que crees que querrías cambiar o en el que te gustaría mejorar, una opción – de afrontamiento – es acudir a un profesional de la salud mental que te ayude a mejorar tus estrategias personales y con ellas manejar el estrés.

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