Cómo hacer críticas constructivas y útiles
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No deja de ser llamativo el hecho de que, siendo seres sociales a los que les importa tanto la exposición a los demás y poniendo tanto acento en cultivar habilidades sociales, se dedique más literatura a prepararse para recibir críticas que a saber hacer críticas constructivas realmente útiles.
Es obvio que escuchar alguna objeción a nuestra manera de hacer las cosas es un momento normalmente desagradable y es necesario estar preparado psicológicamente para exponerse al escrutinio ajeno. El miedo a ser descalificado o mal valorado es un poderoso agente que contribuye a paralizarnos, incluso evitando mostrar nuestros pensamientos u obras a los demás. El famoso temor al qué pensarán los demás y sus fantasías de catástrofe donde acabamos excluidos del grupo humano por haber hecho algo imperdonablemente censurable puede enviar al cajón del olvido nuestros proyectos más queridos.
Críticas constructivas o críticas destructivas
Pero al parecer, al convertirnos en el emisor de una crítica y estar destinada a otra persona, esa carga emocional negativa se difumina en nuestra conciencia y solemos ser bastante más descuidados en la comunicación de nuestras objeciones. No hay más que darse una vuelta por las redes sociales o los comentarios de la prensa digital para evidenciar que cuanta mayor lejanía física, cultural o emocional con el receptor, mayor probabilidad de que la crítica se convierta en destructiva. Esta facilidad para verter comentarios corrosivos sobre otros puede ser peligrosa si la convertimos en un automatismo, olvidando que pueden hacer mucho daño a personas que verdaderamente nos importan. Un comentario destructor hecho a alguien que nos respeta, nos aprecia y, por tanto, concede credibilidad a nuestra opinión, puede afectar seria y permanentemente a la relación, por lo que es esencial poner cierto cuidado a la hora de hacer una crítica constructiva y no una crítica negativa o destructiva.
Cómo hacer críticas constructivas
Lo primero que cabría plantearse es el propósito de la misma. ¿Para qué hago crítica? Si mi objetivo no tiene que ver con ayudar a mejorar, señalar un factor que haya pasado desapercibido, contrastar con algún punto de vista alternativo o enseñar habilidades por el análisis del error, la crítica no tiene mucho sentido. Cuando simplemente contiene una descalificación de una idea, conducta o persona, la crítica corresponde únicamente a mi necesidad de expresar rabia, frustración o malestar, volcándolo sobre alguien que puede ser inocente y no tener mucho que ver con el origen real de mi enfado. Hay no pocas personas que creen que un exabrupto dirigido a otro puede servir de estímulo emocional para estimularlo a mejorar, en el marco de la mal llamada “psicología inversa”, un concepto erróneo que pasa por alto el daño emocional que tiene lugar siempre si expresamos nuestra opinión con demasiada desconsideración.
En segundo lugar, hay que tener en cuenta el modo en que expresamos nuestra crítica. Si empleamos un estilo demasiado agresivo, le añadimos una connotación emocional intimidatoria y negativa que tiene poco que ver con el contenido de la misma. Es lo que Watzlawick llamaba el “nivel de relación” en la comunicación o, dicho de otro modo, el contexto que le damos al mensaje con el componente no verbal. Si además lo que usamos en la crítica es una “enmienda a la totalidad” de la persona – “todo lo haces mal”, “eres un torpe” -, estamos desviando el objeto de una conducta o el producto de un trabajo a la persona. Se recomienda por tanto ser lo más asertivo posible: indicar que la crítica es producto de nuestra propia percepción subjetiva – “yo pienso” o “yo me siento” – y después detallar qué es aquel comportamiento o acción que no nos ha convencido con una crítica constructiva, antes que acusar al otro de ser como es.
Crítica positiva y crítica negativa
Precisamente este es otro aspecto importantísimo a tener en cuenta a la hora de emitir una crítica: si es que de verdad deseamos que sea una ayuda, un punto de partida de mejora, debemos detallar con precisión qué estamos cuestionando y por qué. Un “este trabajo está muy mal hecho” no es una crítica positiva, es una crítica destructiva, una descalificación; ahora bien, indicar que le falta el índice, no hay referencias, emplea un estilo demasiado coloquial y etcétera, sí es un aporte constructivo. Un lugar desde el que aprender del error y reflexionar para el futuro. Si somos específicos y sabemos explicar el motivo de nuestra crítica, estamos contribuyendo a que el destinatario pueda aprender. Las críticas genéricas no solo son negativas en sí mismas, dada su inutilidad en este aspecto, sino que se convierten en dañinas.
Recibir críticas
Por último, es ocioso indicar lo delicado que puede ser recibir una crítica, sobre todo si es dura, para la mayoría de las personas, teniendo en cuenta los problemas que solemos tener con la tolerancia a la frustración y el manejo de los errores. Todos los seres humanos nos hemos visto en el trance de empezar desde cero a aprender una habilidad, comenzar en un lugar nuevo y desconocido y ser aprendices de algo. Y nos hemos sentido torpes, inseguros y asustados en nuestros primeros pasos. Adquirir maestría en muchas facetas de la vida es un camino difícil y largo. Cuando opinamos sobre la labor de alguien o su manera de hacer las cosas, es bastante probable que nos falte mucha información sobre su circunstancia vital, cómo ha llegado hasta ahí y qué destrezas conoce. Así que ante nuestro desconocimiento y teniendo solamente para valorar una parte muy pequeña de toda esa montaña, de la que lo único firme que sabemos es que vamos a poner peros, mucho mejor hacerlo desde el más básico de los respetos que se le conceden a cualquier persona.
En conclusión, si en el momento de hacer críticas, no podemos ser precisos al detallarlas, ni tenemos intención de respetar al criticado o no la vamos a expresar con suficiente asertividad, y sobre todo, si nuestro propósito último no es ayudar al criticado, lo único que estamos haciendo es daño gratuito. Una crítica injusta, poco fundamentada o cruel dice mucho más de nuestras intenciones de lo que pueda parecer a simple vista, y dar información relevante de nuestra manera de relacionarlos. Los humanos tendemos a evitar a quienes siempre tienen algo negativo que decir de los demás, salvo que nos veamos reflejados en ellos.
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