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Las ventajas psicológicas de cotillear

cotillear

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Hay varios comportamientos humanos que gozan de muy mala fama, pero que sin embargo siguen muy vigentes a través de los siglos, las culturas y las distancias geográficas; los más conocidos son el uso de la mentira, el consumo de alcohol y otras drogas, y la costumbre de cotillear. A pesar de las connotaciones negativas, de los millones de advertencias en contra, de sistemas morales que lo rechazan, ahí permanecen, inmunes. Este hecho incontestable ha llevado a pensar, sobre todo a psicólogos evolucionistas y estudiosos de la psicología moral, en que si el cotilleo goza de tan buena salud es porque tiene alguna utilidad para las sociedades humanas.

¿Qué es cotillear?

Cotillear es una palabra que, ya en su definición, contiene un componente malicioso o indiscreto. Pocas personas reconocen abiertamente que cotillean, como mucho pueden admitir que reciben los comentarios, pero es mucho más raro que acepten que los realizan; se considera moralmente peor ser emisor que receptor. Sin embargo, cuando estoy contando una historia en la que la protagonista es una tercera persona, ¿no estoy cotilleando? ¿Dónde ponemos el límite entre lo que es indiscreto y lo que no? Al final la valoración moral depende del contexto y de las creencias de cada persona, y lo que queramos o vayamos a hacer con la información transmitida. Que de esto va el cotillear, de intercambiar datos.

Cotilleando, cohesión de grupo

que es cotillearEn “Sapiens”, Yuval Harari apunta a una función colectiva importante de cotillear que explicaría su desarrollo; en las sociedades de cazadores-recolectores, las más expuestas a peligros para la supervivencia, cotillear habría supuesto una práctica que permite conocer bien los rasgos, habilidades y puntos débiles de cada miembro del clan. Una información muy útil cuando se han de organizar partidas de caza, por ejemplo. Tener un buen conocimiento de los individuos que forman el grupo y el mapa de relaciones entre ellos facilita enormemente la gestión y también el control social. Un clan se articula alrededor de una fuerte cohesión grupal que pasa por cumplir ciertas normas sociales internas, pero para asegurar dicho funcionamiento es necesario saber en cada momento cómo es y qué hace cada individuo. Las personas inmersas en este tipo de sociedades disfrutan de una fuerte protección por parte del colectivo, pero a cambio renuncian a cualquier atisbo de disidencia y, sobre todo, de privacidad. Como dice muy gráficamente el refrán, “pueblo pequeño, infierno grande”.

Cotilleo, sensación de eficacia

En el plano individual, el cotilleo también ofrece algunas ventajas destacables. Estar a la última de lo que se cuece por la oficina, el colegio o el barrio mejora notablemente la capacidad de comprensión de la realidad que nos rodea, aumentando así la efectividad de nuestras predicciones y pronósticos. La tendencia de las personas a informarse, querer conocer qué ocurre a su alrededor, está en la base de cualquier actividad relacionada con la transmisión de conocimiento, desde el cotilleo a la investigación científica, pasando por el periodismo. Una de las primeras buenas prácticas al empezar un trabajo es averiguar quién es quién en el organigrama y a qué se dedica cada compañero relevante para mi día a día. Conocer bien el entorno en el que me muevo me otorga una sensación de eficacia más potente y me da la seguridad suficiente para relacionarme e interactuar adecuadamente. Las personas que se alejan voluntariamente de los cotilleos, o que permanecen aisladas de las novedades y movimientos a su alrededor, ven reducida su capacidad de interpretar situaciones y eventos, con lo que pierden un elemento clave para anticipar escenarios futuros probables. Aun así, quienes se apartan de los chismorreos tienen sólidas razones para hacerlo, debido sobre todo al mal uso que hacemos de ellos.

Graves inconvenientes de cotillear

cotillearHay que señalar que la mala fama sobre el cotilleo está muy bien ganada, pues sirve como correa de transmisión para una amplia variedad de manipulaciones comunicativas. Los cotilleos maliciosos incluyen los rumores infundados – donde la información compartida es imaginaria, una fantasía del interlocutor sin mayor fundamento -, y las distorsiones, sean involuntarias – por ejemplo, porque no se haya entendido bien la situación original, o se complete con detalles deducidos por contexto -, o a propósito. En este último caso, existe una intención de hacer daño difundiendo una mentira, o una alteración de la realidad destinada a perjudicar a un tercero. Por supuesto, estos son los más peligrosos y potencialmente más destructivos: la difamación, la injuria y la calumnia son delitos tipificados, dada la gravedad de las consecuencias. En una época dominada por las redes sociales, en las que la información se propaga a grandes velocidades entre un número enorme de personas, cualquier intento de etiquetar a otro ser humano como indeseable para el grupo pude acarrear consecuencias catastróficas.

Los comentarios maliciosos o de dudosa credibilidad se difunden gracias a que el proceso de análisis crítico y filtrado es largo e incierto: necesitamos valorar quién lo dice, intentar deducir los intereses que pueda tener, qué parte de lo que cuenta es creíble y cuál dudosa, y un largo etcétera hasta sacar nuestras propias conclusiones. Requiere de tiempo, esfuerzo cognitivo y en muchas ocasiones afrontar nuestros propios sesgos y creencias. Una ardua tarea que se ve superada por la velocidad a la que se van generando nuevos rumores y cotilleos. Simplemente, nos resulta más sencillo aplicar economía de esfuerzo y darlos por buenos o rechazarlos de plano en un par de segundos. Así es como se difunden las fake news, sin ir más lejos.

Cotillear caduca

Si bien la preocupación por convertirse en el blanco de chismorreos o habladurías es muy legítima, se nos suele pasar por alto que los cotilleos tienen, por lo general, una vida corta. A menos que tengamos la mala suerte de vernos implicados en alguna situación que se considere digna de recordar – y las redes sociales son delicadas para esto, porque queda un registro escrito al que ir a buscar -, la mayoría de los chismes caducan rápido para casi todo el mundo, afortunadamente. Tu borrachera en la fiesta de Navidad de la empresa se va a ver superada en un par de semanas por la siguiente incidencia que atraiga la atención de un público siempre ávido de novedades. Pocas cosas menos atractivas que un cotilleo viejo. Solemos exagerar la importancia de los rumores sobre nosotros, aunque se trata de un mecanismo de defensa, pues la posibilidad de desatar una caza de brujas en nuestra contra es lógicamente aterradora.

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